- "Ya pero... ¿Qué voy a hacer yo ahora?" Decía Marius con la mirada perdida y un gesto ahogado en la angustia. - "Yo no sé hacer otra cosa..."
La crisis del ladrillo ha alcanzado a numerosas personas y entre ellas al propio Marius, que tras 19 años dedicado al mismo oficio se veía sin trabajo y, lo que es peor, sin opciones de recuperarlo. Miles de trabajos destruídos, miles de familias sin un sueldo al que acogerse. La perspectiva es realmente desoladora y aún no se ve la luz al final del tunel. Si además hablamos de inmigración las repercusiones se multiplican: entorno ajeno, posible vuelta a una situación irregular, ...
Las alternativas a la indigencia, "trabajillos" en la economía sumergida o incluso la delincuencia para ganarse la vida son escasas, y más teniendo en cuenta que en muchos casos la capacidad de reorientar la actividad profesional y empezar de cero en otro sector son escasas.
La solución puede pasar por la enseñanza del oficio. ¿Pero quién puede estar interesado en aprender algo que no tiene futuro? Obviamente nadie. Pero... ¿y si lo tiene? Actualmente el acceso a las plazas de bomberos requiere el conocimiento de al menos un oficio de la construcción. Las academias no imparten esta formación y, según los últimos datos, no deja de crecer el número de jóvenes que optan a estos puestos. ¿Qué podemos decir? Podemos decir que Marius tiene una opción.
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